martes, 8 de julio de 2014

Un resumen de la actividad apostólica de Jesús que nos pone en camino de inquietud por el anuncio del Reino



Un resumen de la actividad apostólica de Jesús que nos pone en camino de inquietud por el anuncio del Reino

Os. 8, 4-7. 11-13; Sal. 113; Mt. 9, 32-38
‘Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias…’ Parece un resumen de la actividad apostólica que realizaba Jesús. El anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios acompañado de señales.
‘Curando todas las enfermedades y dolencias’, nos dice pero antes ha hablado de un endemoniado mudo. Nos quiere expresar cómo viene a arrancarnos del poder del maligno. Nos anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios, pero si el Señor es nuestro Rey, nuestro único Señor no cabe que el maligno tenga poder sobre nosotros. Los milagros de las curaciones son señales de ello, cuando quiere quitar el mal de nuestra vida, pero además nos manifiesta el poder del maligno.
Pero es que además en este que llamábamos resumen vemos también la oposición de las fuerzas del mal expresado en aquellos que malintencionados atribuyen al poder del maligno las obras de Jesús. El mal siempre quiere crear confusión, porque es el padre de la mentira y del engaño. Pero con Jesús no nos podemos dejar engañar.
Escuchamos su Buena Noticia y la hacemos vida de nuestra vida, porque queremos arrojar ese mal de nosotros; por eso acudimos a Jesús que es el que tiene el poder de la salvación, es el que nos puede liberar de las fuerzas del mal, es quien ha venido para vencer el mal y su pascua es la gran señal, su muerte en la Cruz es la sangre de nuestro rescate, su resurrección es la señal de la vida nueva que nos ofrece.
‘Nunca se ha visto cosa igual’, decía la gente admirada ante las obras de Jesús. Y claro que nunca se ha visto nada igual porque el único que nos puede ofrecer la salvación es Jesús; es quien nos ha redimido y nos ha salvado. Pero quería fijarme en un detalle; nos habla de la gente admirada, tenían aún capacidad de admiración ante las maravillas que ante sus ojos se estaban realizando; es algo que nosotros hemos de despertar de nuevo, porque las costumbres pueden hacernos rutinarios y podemos acostumbrarnos a hablar de la salvación de Jesús y ya lo vemos como una cosa de todos los días que ya no somos capaces de sentir admiración por las obras de Jesús.
Por ejemplo, ¿seremos capaces de sentir admiración ante la maravilla que ante nosotros se realiza cuando celebramos la Eucaristía y se realiza ante nuestros ojos el milagro de la transustanciación? Nos hemos acostumbrado cuando tendríamos que hacer que nuestros ojos se abran como platos, como solemos decir, cuando todos los días ante nosotros se realiza el milagro de la Eucaristía.
Y nos queda una cosa en este llamado resumen que hemos escuchado hoy en el evangelio: la acción misionera de Jesús que tiene que ser la acción misionera de toda la Iglesia, de todos los que creemos en Jesús. Allí están ante Jesús las multitudes que le siguen y que ‘estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor’. Jesús siente compasión por esa situación, siente dolor en el alma por tantos y tantos hambrientos de Dios pero a los que no llega el anuncio del Evangelio.
‘La mies es abundante  y los trabajadores son pocos’, les dice Jesús a sus discípulos. ¿Qué nos dirá a nosotros? ¿Sentiremos también esa inquietud misionera en nuestro corazón? Los obreros son pocos, y ¿no podríamos ser nosotros esos obreros que se necesiten en la vida del Señor? Podremos ser llamados en la primera hora o en la última hora, pero esa inquietud y esa vocación al apostolado tendría que estar muy latente en nuestro corazón.
Tenemos que rogar al dueño de la mies para que envíe operarios a su mies, para que sean muchos los llamados con esa vocación especial en el apostolado, en al vida sacerdotal o religiosa, o para las misiones hacia el tercer mundo, pero tenemos también que poner manos a la obra porque esa tarea es tarea de todos, es también nuestra tarea. Es compromiso de nuestro bautismo y nuestra confirmación, es compromiso de nuestra fe. ¿Sentiremos esa inquietud?

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