sábado, 12 de julio de 2014

Necesitamos ser cristianos que valiente y públicamente testimoniemos nuestra fe



Necesitamos ser cristianos que valiente y públicamente testimoniemos nuestra fe

Is. 6,1-8; Sal. 92; Mt. 10, 24-33
No sé si a ustedes les habrá pasado, pero cuando uno contempla el testimonio de los mártires con la valentía que se enfrentaban a las persecuciones y a la muerte, más allá de lo que sabemos que nos dice Jesús y de la asistencia del Espíritu del Señor en esos momentos, uno piensa sin embargo si sería capaz, si se encontrara en una situación así, de tener el valor para afrontar esas persecuciones o incluso la muerte. Confieso que uno se llena de temor pensando en su debilidad y flaqueza cuando en otras cosas se deja uno arrastrar tantas veces tan fácilmente por la tentación.
Nos viene bien escuchar las Palabras que Jesús nos dice hoy en el evangelio, porque verdaderamente son palabras de ánimo que tienen que darnos fortaleza para esos momentos,  como para todas las circunstancias con las que tenemos que irnos enfrentando en la vida donde tenemos que dar un testimonio valiente de nuestra fe.  Sin necesidad de pensar en una persecución que nos pudiera conducir a la muerte y al martirio, sin embargo cuantas ocasiones tenemos de dar ese testimonio valiente de nuestra fe en Jesús que quizá no damos con tanta claridad a causa de nuestras cobardías y complejos.
Hasta tres veces nos dice Jesús hoy en este corto párrafo del evangelio que no tengamos miedo, que no temamos. Primero nos dice que ‘el discípulo no es más que su maestro… ya le basta al discípulo ser como su maestro’. Y nos viene a recordar lo que han hecho con Jesús. Pero nos dice: ‘No les tengáis miedo…’ y nos invita a que proclamemos con toda claridad y valentía nuestra fe, el mensaje de salvación que de El hemos recibido. ‘Lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea’. Expresiones que vienen a significar que aquello que hemos recibido de El, que hemos aprendido de El, tenemos que compartirlo con los demás.
Y nos volverá a decir por dos veces más ‘no tengáis miedo a los que matan el cuerpo…’ Y nos invita a confiar en la providencia de Dios que es Padre y cuida de nosotros, para decirnos finalmente que si somos capaces de dar la cara por El, estará de nuestra parte. ‘Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo’. Jesús será nuestro abogado ante el Padre.
Esto nos tiene que hacer pensar mucho en las actitudes acomplejadas y cobardes que muchas veces podemos tener entre los que nos rodean; tememos manifestarnos como creyentes, como cristianos comprometidos; oímos hablar en contra de la religión, la Iglesia, las cosas sagradas y nos quedamos callados, no sabemos que decir ni como reaccionar.
Son cosas que fácilmente nos pueden suceder incluso en la sociedad que vivimos en que decíamos que todos somos cristianos y realmente a través de la historia los valores cristianos siempre han estado muy presentes, hoy nos encontramos con gente que se manifiesta claramente atea, y no solo eso, sino en muchas ocasiones muy combativos contra la religión y contra la Iglesia, pretendiendo quitar de lo público todo vestigio o todo signo religioso y cristiano. El otro día escuchaba que hay quien paga por cada signo religioso, cada cruz que se quite de un lugar público; hasta ahí se está llegando hoy en nuestra sociedad. Y los cristianos nos quedamos callados, y dejamos que hagan lo que quieran esas personas, y no somos capaces de manifestar públicamente en nuestra sociedad nuestros valores y nuestros criterios cristianos, y hasta escondemos nuestros signos religiosos.
Creo que los cristianos tendríamos que ser más valientes. Es a lo que hoy nos está invitando Jesús en el evangelio. Nos da palabras de ánimo y esperanza para que perdamos los miedos y los complejos de este tipo. Respetamos lo que puedan pensar los demás y a nadie se le obliga a creer pero no tienen por qué querer prohibirnos que nosotros manifestemos con la misma libertad lo que son nuestras creencias, lo que es nuestra fe.
Ya en otro momento del Evangelio cuando nos hable de las persecuciones que hemos de sufrir por su causa nos anunciará que no tengamos miedo y nos dirá que no nos faltará la asistencia y la fuerza del Espíritu Santo. Contemos con esa fuerza del Espíritu del Señor y proclamemos valiente y públicamente nuestra fe. Vivamos la alegría de nuestra fe y contagiémosla a los demás sin ningun complejo ni cobardía.

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