viernes, 14 de febrero de 2014

PEQUEÑOS Y POBRES EN NUESTROS MEDIOS Y CAPACIDADES, EN POBREZA Y AUSTERIDAD SOMOS LOS ENVIADOS DEL SEÑOR



Pequeños y pobres en nuestros medios y capacidades, en pobreza y austeridad somos los enviados del Señor

Hechos, 13, 46-49; Sal. 116; Lc. 10, 1-9
Celebramos hoy la fiesta de dos grandes misioneros de la Europa más oriental, los pueblos eslavos, y que han sido constituidos como patronos de Europa, san Cirilo y San Metodio. Su origen estaba en la Iglesia Oriental, puesto que en Constantinopla se habían formado y enviados por el patriarca de la Iglesia Oriental - aun no se había producido la ruptura de la Iglesia - fueron evangelizando grandes extensiones de la Europa Oriental.
Aunque Cirilo muere pronto en Roma, Metodio seria luego enviado como Obispo y legado papal a aquellas Iglesias que allí se iban constituyendo. Es importante la labor que realizaron de inculturización del Evangelio en aquellos pueblos  pues a ellos se debe el traducir el evangelio al lenguaje de aquellos pueblos eslavos, incluso inventando una nueva forma de escribir - caracteres cirílicos se les llama - para su mejor entendimiento.
Es por lo que el Papa los constituyó en Patronos de Europa junto con san Benito que hasta entonces era considerado el único Patrono de Europa y luego otras santas proclamadas en el mismo sentido por el Papa Juan Pablo II. No es momento ahora de extendernos mucho más en estos aspectos y patronazgos.
De ellos destacamos su tarea evangelizadora y que es por donde ha de ir el mensaje que nosotros recibamos en esta fiesta. Por una parte la lectura de los Hechos de los Apóstoles nos manifiesta la apertura del anuncio del evangelio a los gentiles, tarea a la que se dedicó de manera especial Pablo y en el evangelio hemos escuchado el envío que hace Jesús de sus discípulos de dos en dos para que anuncien a todos el Reino de Dios.
‘La mies es abundante, los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies’, les encarga Jesús a los discípulos cuando los envía. Y además los envía desde la pobreza y la austeridad; no han de preocuparse de llevar cosas materiales que les auxilien en su tarea. Han de ser mensajeros de paz. ‘Cuando entréis en una casa, decid primero: paz a esta casa’.
Nos quieren significar mucho estos encargos de Jesús cuando hace el envío de sus discípulos con su misma misión. Primero, la oración que será el motor verdadero de toda obra buena, de la tarea evangelizadora que hemos de realizar. Porque esto tenemos que mirarlo por nosotros mismos. Es la tarea de cada cristiano que se ha de sentir enviado por el Señor, porque siempre tenemos que ser testigos, pero me vais a permitir que piense en este momento en quienes hemos recibido una especial misión del Señor por una vocación, una llamada que hemos recibido del Señor; y pienso en los sacerdotes, en los misioneros, en los religiosos y religiosas que se han consagrado al Señor y que tienen y tenemos esta misión de Jesús en medio del mundo.
Si cuando consideramos la tarea que realizaron san Cirilo y san Metodio en aquellas regiones inmensas de Europa, también nosotros cuando nos sentimos enviados por Jesús nos damos cuenta del campo inmenso que tenemos por delante y nos podremos sentir pequeños y pobres ante la tarea que hemos de realizar. Pero no es nuestra tarea, es la obra del Señor; en su nombre somos enviados; con la fuerza de su gracia allá vamos nosotros a hacer ese anuncio del Evangelio. Por eso rogamos al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. En su nombre vamos nosotros a esparcir por el mundo la semilla de la Palabra de Dios.
Nos podemos sentir pequeños y pobres en nuestros medios y en nuestras capacidades, con esa pobreza y austeridad, decíamos, nos ha enviado el Señor. Como diría san Pablo en un texto que muchas veces habremos escuchado y meditado, ‘este tesoro lo llevamos en vasos de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios, no proviene de nosotros’. Somos siervos inútiles en las manos del Señor, pero de los que el Señor se quiere valer para que se haga ese anuncio del Evangelio. Somos débiles y pecadores los que tenemos que hacer ese anuncio, pero no es a nosotros a quienes nos anunciamos, sino que anunciamos el nombre de Jesús que en nosotros también obra maravillas, a pesar de nuestra debilidad y de nuestro pecado.
Por eso os pedimos que recéis al Señor por nosotros, para que, a pesar de nuestra debilidad y nuestra pobreza, seamos fieles al Señor y a la misión que se nos ha encomendado y seamos también cada día más santos porque sintamos que esa palabra que anunciamos es a nosotros a quienes primero tiene que llegar y producir sus frutos. Así tenéis que rezar por los sacerdotes, por los misioneros, por los religiosos y religiosas y todos los que se han consagrado al Señor para que seamos fieles, para que anunciemos de verdad el nombre de Jesús en quien nosotros, los primeros, hemos encontrado la gracia y la salvación.
Puede ser un buen compromiso que surja de esta fiesta de los patronos de Europa,  san Cirilo y san Metodio, que hoy estamos celebrando.

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