jueves, 11 de octubre de 2012


Comienzo del Año de la Fe

Esta fecha del 11 de octubre este año tiene un especial significado. Para esta fecha nos ha convocado el Papa Benedicto XVI para iniciar el Año de la fe con motivo del cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II. Comienza el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.  El santo padre señaló el domingo en la homilia del inicio del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización que, a partir del Concilio Vaticano II, se produjo un nuevo dinamismo de evangelización al que diversos papas llamaron "nueva".
Como nos señala el Papa en la convocatoria de este año de la fe, ‘las enseñanzas del Concilio Vaticano II, según las palabras del beato Juan Pablo II, «no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia. […] Siento más que nunca el deber de indicar el Concilio como la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza». Yo también deseo reafirmar con fuerza lo que dije a propósito del Concilio pocos meses después de mi elección como Sucesor de Pedro: «Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia»’.
Es necesario recorrer y reactualizar la historia de la fe. Por eso nos convoca a este Año de la fe. Así nos dice que A lo largo de este Año, será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado. Mientras lo primero pone de relieve la gran contribución que los hombres y las mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las comunidades a través del testimonio de su vida, lo segundo debe suscitar en cada uno un sincero y constante acto de conversión, con el fin de experimentar la misericordia del Padre que sale al encuentro de todos.
Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, «que inició y completa nuestra fe» (Hb 12, 2): en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación’.
Os ofrezco estos textos entresacados del Motu Propio del papa convocando el Año de la fe, sin más comentarios, pues estos días no puedo hacerme presente con otras reflexiones sobre la semilla de la Palabra de cada día. 

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