sábado, 28 de enero de 2012


¿Dónde está la firmeza de nuestra fe?

2Samuel, 12, 1-7.10-17;
 Sal. 50;
 Mc. 4, 15-40
‘¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?’ Es la imprecación de Jesús a los discípulos que iban acobardados en la barca en medio de la tormenta. Este texto nos está reflejando la debilidad de los discípulos, perfecta imagen también de nuestra debilidad, al tiempo que se nos manifiesta el poder de Jesús y la gloria del Señor.
‘Vamos a la otra orilla’, les había dicho Jesús. Ellos eran experimentados pescadores de aquel lago que tantas veces habrían atravesado, probablemente también muchas veces en medio de tormentas. Dada la situación geográfica del lago, la depresión terrestre y las altas montañas en sus alrededores los expertos dicen que eran habituales. Ahora mientras atravesaban a la otra orilla se presenta el huracán con fuertes vientos y altas olas. La barca parece que casi se hundía mientras ‘Jesús estaba dormido sobre un almohadón’.
La fe de los discípulos se pone a prueba. Cuando surgen las dificultades en la vida enseguida surgen los gritos de socorro pidiendo ayuda a Dios. Y en medio de las dificultades y los problemas que duro se nos hace el caminar y qué negras se ven las cosas. ¡Que nos hundimos! ‘Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?’ ¿Por qué no vienes en nuestra ayuda? Pero el Señor está ahí, como estaba aquella mañana dormido sobre el almohadón. ‘¿Aún no tenéis fe?’ nos dice también el Señor como entonces.
Refleja, como decíamos, la debilidad de los apóstoles, la debilidad de su fe. Creían, querían seguirle, con El iban a todas partes, pero en ocasiones como ahora surgen las dificultades. Y parece que la fe se pone en duda, se debilita y no se ven las cosas tan claras. ¿Jesús no había curado a tantos enfermos? ¿No había expulsado el espíritu malo de aquellos poseídos? ¿No había levantado a la suegra de Pedro de la cama y curado a todos aquellos que habían acudido a su puerta o encontrado por los caminos? ¿Por qué ahora parece dormir?
Son las dudas que surgen también en tantas ocasiones en nuestro interior. Queremos creer pero a veces las cosas parece que vienen del revés y todo son dificultades. Tormentas que nos aparecen en la vida que nos hacen dudar, tener miedo. Como decíamos refleja también este texto nuestras debilidades, la flojedad de nuestra fe, las dudas que nos aparecen continuamente.
Será una enfermedad que nos aparece en nuestra vida, la muerte de un ser querido, un problema al que no encontramos solución, un contratiempo que nos desestabilizada y hace que muchas cosas cambien en nuestra vida, dificultades y dudas que nos van apareciendo en la vida. ¿Dónde está la firmeza de nuestra fe? ¿Dónde está la confianza que habíamos puesto en el Señor? ¿Dónde quedan aquellos momentos de fervor que parece que se acabaron para siempre?
Pero allí está el Señor. ‘Y se pone en pié e increpa al viento, y el viento cesó y vino mucha calma’, nos dice el evangelista de manera que ‘se quedaron espantados y se decían unos a otros, ‘pero, ¿quién es este? Hasta el viento y las aguas le obedecen’. Allí se manifiesta la gloria del Señor, porque quien está allí es el Señor todopoderoso. Como se manifiesta la gloria y el poder del Señor tantas veces en la vida cuando sabemos confiar, cuando sabemos poner toda nuestra fe en El. Para nosotros es también la gloria del Señor que se nos manifiesta.
También nosotros queremos manifestar nuestra fe en el Señor y poner toda nuestra confianza en El. No queremos que los nubarrones de la duda enturbien nuestra vida y nos hagan perder la fe. Queremos confiarnos totalmente. Por eso al mismo tiempo que le decimos que creemos en El, porque a veces en los momentos difíciles nos cuesta creer, le decimos que nos aumente la fe, que nos conceda el don de la fe. Creemos, Señor, pero auméntanos la fe. 

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