sábado, 15 de octubre de 2011

En Santa Teresa nos muestra el Señor el camino de la perfección que hemos de recorrer



Ecls. 15, 1-6;

Sal. 88;

Mt. 11, 25-30

‘Tú has suscitado Santa Teresa, por inspiración del Espíritu Santo, para mostrar a tu Iglesia el camino de la perfección… enciende en nosotros el deseo de la verdadera santidad…’ Es lo que la Iglesia hoy nos propone que oremos al Señor en la festividad de Santa Teresa de Jesús que estamos celebrando.

Nos expresa muy bien lo que quiere hacer la Iglesia cuando nos presenta la figura de los santos y nos invita a celebrar su fiesta: mostrarnos el camino de la perfección, el camino de la santidad que hemos de seguir. Porque es además a lo que todo cristiano ha de aspirar y en los santos vemos el ejemplo y el estímulo para ese camino que hemos de seguir.

Muchas veces los cristianos cuando pensamos en los santos, hablamos de ello o le tenemos devoción los queremos mirar casi exclusivamente en lo milagrosos que puedan ser para nosotros al concedernos lo que le pidamos. Es cierto que interceden por nosotros ante el Señor, pero fundamentalmente la gracia que nos quieren alcanzar del Señor es que nosotros también recorramos ese camino de santidad, ese camino de seguimiento de Jesús en total fidelidad, ese camino de perfección.

Miramos la figura de santa Teresa de Jesús y nos sentimos encandilados por su santidad, por su entrega, por su mística, por la obra maravillosa que realizó en la reforma del Carmelo y todo lo que significó para restauración de la vida de la Iglesia en aquellos tiempos nada fáciles en que ella vivió pero que sigue significando hoy también en la vida de la Iglesia y de los cristianos.

Yo quisiera mirar a Santa Teresa de Jesús hoy precisamente en ese camino de perfección que ella realizó en su vida y que nos puede servir a nosotros de hermoso estímulo. Camino de perfección, las moradas o castillo interior fueron etapas del camino de su vida y que nos dejó hermosamente reflejados en sus escritos místicos con estos mismos nombres y que son también obra cumbre de la literatura española en el siglo de Oro.

Fue camino y camino costoso y largo el que ella realizó. Entro de 20 años más o menos en el Carmelo de la Encarnación en Avila y allí pasaría muchos años de luchas, de ascesis, de sequedades espirituales, de dudas, de sufrimiento físico y espiritual, de momentos de fervor místico, de purificación interior, hasta que llegó el momento de su alma convertirse totalmente al Señor, de sentirse totalmente tomada por el Señor en místico desposorio.

Luego vendría la obra de la reforma del Carmelo que no le fue fácil porque también encontró dificultades y oposición, pero ella se dejaba conducir por el Señor. Vendrán las fundaciones, primero san José como inicio de la reforma, y luego recorriendo a lo largo y a lo ancho toda Castilla y casi toda la Peninsula entre dolores y sufrimientos, físicos en sus enfermedades y espirituales de todo tipo. Fue así como realizó su camino de perfección, el camino que la llevó a la mística y a la santidad.

Ahí está el testimonio y el ejemplo para nuestra vida; vida también de superación, de lucha interior, de purificación, de crecimiento espiritual que nosotros también hemos de realizar cuando queremos vivir a tope nuestra fe y nuestro seguimiento de Jesús. No siempre nos será fácil porque aparecerá en nuestra vida la tentación y también muchas veces el sufrimiento, que no sólo es lo físico de nuestras limitaciones corporales, sino muchas veces en nuestro interior producido por muchas cosas.

En silencio y en soledad, aunque nunca nos sentiremos solos porque siempre está la presencia y la fuerza del Señor día a día tenemos que ir realizando ese crecimiento de nuestro espíritu, de nuestra santidad. Es el camino de perfección que cada uno hemos de recorrer y en el que no nos faltará la fuerza y la asistencia del Espíritu Santo. Dios irá poniendo también a nuestro lado personas que nos ayuden, que puedan ser también una guía espiritual, y que tenemos que saber descubrir.

Y todo esto que estamos reflexionando no es sólo para los místicos, por así decirlo, sino que es el camino de nuestra vida cristiana que todos, mayores o jóvenes o en cualquier estado de nuestra vida, tenemos que saber recorrer. Que en Santa Teresa a quien hoy celebramos encontremos ejemplo y estímulo y que ella interceda por nosotros para alcanzar del Señor esa gracia de la santidad para nosotros.

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