jueves, 14 de abril de 2011

Guardemos la palabra de Jesús para tener vida para siempre


Gén. 17, 3-9;

Sal. 104;

Jn. 8, 51-59

‘Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre…’ nos dice Jesús en el evangelio.

No entienden los judíos lo que Jesús les está diciendo. ‘¿Por quién te tienes?’, le preguntan. ¿Más que Abrahán que murió? ¿más que los profetas que también murieron? ‘Os aseguro que antes que naciera Abrahán existo yo’, les dice. ‘Cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo’, comenta el evangelista.

Nos está manifestando Jesús quien realmente es El para nosotros. Pero sólo desde la fe podemos conocerle y reconocerle. Sus palabras son palabra de vida eterna, como le dirá Pedro: ‘¿A quién vamos a acudir, si tú tienes palabras de vida eterna’. Con los salmos así cantamos también ‘tu palabra me da vida, confío en ti, Señor, tu palabra es eterna, en ella esperaré’.

Jesús viene a darnos vida y vida para siempre. No quiere nuestra muerte, no quiere la muerte del pecador. Es el médico que viene a sanar a los enfermos darles vida, y es el Hijo del Hombre que entrega su vida para que tengamos vida eterna. ‘Yo he venido para que tengan vida y vida abundante’, nos dirá en otro lugar del evangelio.

Es algo que se nos repite y sobre todo en el evangelio de Juan que estamos leyendo, el decirnos Jesús que El viene a darnos vida. ‘En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres’, ya nos dice desde el principio del evangelio. Pero, ¿aceptamos esa luz? ¿recibimos esa vida? ¿preferimos las tinieblas y la muerte?

Palabras semejantes a estas que estamos comentando le escucharemos en otras ocasiones. Cuando en la sinagoga de Cafarnaún nos anuncia el Pan de vida nos dirá ‘Yo soy el Pan de vida, y el que viene a mí no pasará más hambre… y el que coma de este pan vivirá para siempre… el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día…’ Y terminará diciéndonos: ‘las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen’.

Es necesario creer en Jesús para obtener su vida, para llenarnos de vida, para arrancarnos la muerte para siempre de nosotros. En el diálogo con Marta antes de la resurrección de Lázaro cuando nos anuncia que El es la resurrección y la vida, nos dice: ‘El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre’.

Podríamos seguir recorriendo páginas del evangelio. Contemplemos a Jesús en su pasión y en su muerte, en la entrega de amor infinito, como sólo Jesús sabe y puede hacerlo, porque quiere darnos vida. Es lo que contemplaremos en estos días de la pasión y lo que vamos a celebrar. Es lo que tenemos que meditar hondamente para aprender a reconocer ese don maravilloso que Cristo quiere darnos, cuando nos entrega su vida, para que vivamos, para arrancarnos de la muerte, para hacer que vivamos para siempre. El quiere darnos vida eterna. Para eso y por eso ha derramado su sangre en la Cruz, ha hecho esa ofrenda de amor al Padre para obtenernos el perdón, la gracia, la redención.

Pidámosle al Señor la gracia de recorrer ese camino de fe y de gracia, de vida y de salvación. Que crezca nuestra fe. Que nos llenemos en verdad de su vida. Que arranquemos de una vez para siempre de nosotros el pecado. Que vivamos intensamente su salvación para alcanzar vida eterna. Guardemos su Palabra, descubramos lo que es su voluntad, recorramos esos caminos de santidad. Que alcancemos la vida eterna que Jesús nos ha ganado con su redención.

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