lunes, 28 de marzo de 2011

Caminos de humildad y sencillez que nos llevarán siempre a Dios


2Rey. 5, 1-15;

Sal. 41;

Lc. 4, 24-30

No siempre entendemos que el actuar de Dios no tiene que ser necesariamente como nosotros lo queremos o lo imaginamos. Es la obra de Dios que nos supera porque ¿qué o quienes somos nosotros ante el misterio infinito de Dios? Además el amor de Dios nos desborda porque nuestro amor siempre es muy limitado, y realmente lo que tendríamos que hacer nosotros es que nuestro amor se parezca al de Dios.

Desconcierta Jesús a las gentes de Nazaret porque allí no hace milagros como a ellos les gustaría porque además en el fondo lo que quieren es llenos de orgullo poder decir que quien hace todas esas cosas maravillosas es de allí, es uno de ellos. Muchas veces por otra parte veremos a los fariseos y a las gentes simplemente pidiendo cosas maravillosas y extraordinarias y la manera de actuar de Jesús es otra. Si hace milagros lo hace movido por el amor y ya vemos cómo muchas veces incluso les dice a aquellos a los que ha beneficiado con sus milagros o sus curaciones que no digan nada a nadie.

Por eso ahora se sienten desconcertados cuando les recuerda la curación de la lepra de Naamán, que era un sirio, un pagano, mientras en Israel habían muchos leprosos en tiempos de Eliseo; o muchas viudas había en Israel y sin embargo Elías a quien atiende y beneficia es a una viuda de Sarepta de Sidón, que era fenicia. Está señalando por otra parte que la salvación que Jesús viene a ofrecer que va más allá de esos milagros que realiza, no es solo para el pueblo de Israel sino para todos los pueblos y naciones y para todas las gentes.

La primera lectura precisamente nos ha ofrecido la curación de Naamán de su lepra por el profeta Eliseo. Otro caso en el que se esperaban gestos extraordinarios y maravillosos, que le hacen dudar y protestar al leproso Naamán; como era jefe de los ejercitos del rey de Siria se creía quizá con el derecho de que Eliseo se presentara ante él para realizar esos gestos milagrosos que le curasen de la lepra.

Las cosas de Dios ni las podemos exigir desde lo que llamemos nuestros derechos humanos, ni tenemos que buscarlas siempre en esas cosas extraordinarias. Dios llega a nosotros muchas veces de forma muy callada allá en el silencio de nuestro corazón, o nos hablará a través de pequeños gestos o signos donde tenemos que con fe saber descubrir ese actuar de Dios.

Serán los siervos de Naamán quienes le convenzan de que si hubiera aceptado hacer cosas extraordinarias que le hubiera pedido el profeta, por qué no hacer esos pequeños y humildes gestos de bañarse como le pedía el profeta en el no tan aparatoso rio Jordán.

Cuando este hombre entra por el camino de la humildad y sencillez es que va a sentir ese actuar de Dios en su vida. Luego lo reconocerá y querrá dar gracias ofreciendo regalos a Eliseo que éste no acepta. Es el camino que nosotros hemos de aprender a recorrer para ir hasta Dios.

Caminos de humildad donde nos abajemos de nuestras cabalgaduras de soberbias y vanidades. Caminos de humildad y de sencillez que tienen que estar muy llenos de amor. Caminos de humildad donde abramos nuestro corazón a Dios en total disponibilidad para saber descubrir su presencia allí en lo que El quiera manifestársenos y saber escucharle y verle en esos signos y huellas que nos va dejando de su presencia. Esos serán los caminos que nos lleven a Dios.

En el salmo decíamos ‘mi alma tiene sed del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?’ Por esos caminos del amor, de la humildad, de la sencillez y de la pobreza podremos acercarnos a Dios y podremos conocer a Dios. Purifiquemos nuestro corazón de todo orgullo y soberbia para poder conocer a Dios, para poder saciarnos de Dios.

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