martes, 24 de agosto de 2010

Gracias por la riqueza de gracia que es tu Iglesia

Gracias por la riqueza de gracia que es tu Iglesia

Negrita
Una vez más vengo a tu presencia, Señor,
sintiendo el gozo de tu amor en mi vida;
quiero desde lo más hondo de mi corazón
expresar mi fe y todo mi amor para ti;
que mi vida sean siempre
bendición y alabanza,
que todo lo que haga o lo que diga
sea siempre una acción de gracias
para tu gloria.

Hoy quiero darte gracias
de manera especial por la Iglesia,
por esa comunión de hermanos
que caminamos unidos hacia ti;
gracias por tu Iglesia
donde nos has dejado
una señal clara de presencia,
porque donde haya comunión
allí estás tú,
como nos enseñas en el evangelio:
que donde haya dos o tres
reunidos en tu nombre
allí estás tu;
gracias por poder vivir
esa comunión de hermanos
sintiéndonos una sola familia;
pero gracias, Señor,
por ese caudal de gracia
que desde ti nos llega
a través de la Iglesia.

Gracias porque en la Iglesia
podemos escuchar tu Palabra
con toda certeza y garantía
que ahí tú nos hablas;
gracias porque en la Iglesia recibimos
todos y cada uno de los sacramentos,
que nos regala tu vida divina para hacernos hijos,
donde nos enriqueces con el don de tu Espíritu
para sentirnos fuertes en la lucha contra el mal
y para poder tener la valentía
del testimonio de nuestra fe y nuestro amor;
gracias porque en la Iglesia recibimos
el sacramento de tu amor y tu perdón
en el abrazo de amor de Padre
que siempre nos quieres ofrecer,
qué gozo más grande
saber que eres misericordioso
siempre dispuesto a perdonar;
gracias porque en la Iglesia
nos has dejado tu Eucaristía
que nos alimenta y fortalece
con tu cuerpo y con tu sangre,
viático de nuestro caminar,
alimento de vida eterna,
prenda de resurrección y gloria futura,
y ahí podemos sentirte siempre presente en el sagrario
esperando nuestra visita,
para escucharnos y para hablarnos
allá en lo más hondo del corazón;
gracias porque en la Iglesia
en cada sacramento,
en cada momento de nuestra vida,
cualquiera que sea nuestra situación
tenemos la certeza de que estás ahí
y no nos falta tu gracia.

Qué riqueza más grande nos das en tu Iglesia,
que nos acompaña,
nos alimenta,
nos guía en ese camino de nuestra fe
a través de los pastores
que en ella nos has dejado
para que en tu nombre
nos hagan llegar tu gracia salvadora.

Gracias, Señor,
por tantos regalos de amor
que en la Iglesia nos ofreces.

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