jueves, 20 de agosto de 2009

Todos invitados al banquete del Reino de los cielos

Jue. 11, 29-39
Sal. 39
Mt. 22, 1-14


Volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo’. Y le propone Jesús la parábola del banquete de bodas. ‘El Reino de los cielos se parece aun rey que celebraba la boda de su hijo…’ El reino de Dios… Un descripción de lo que estaba sucediendo. Aquel era el pueblo a quien primero se invitaba al Reino de Dios. ‘Tengo preparado el banquete… venid a la boda’.
Fue el primer anuncio que Jesús hizo al iniciar su predicación. ‘Está cerca el Reino de Dios…’ Pero habían endurecido su corazón. ‘No endurezcáis vuestro corazón…’ Los invitados tenían otras cosas en qué pensar o en qué ocuparse. Rechazaban la invitación o se buscaban excusas, pero no quisieron ir. La invitación era ahora a todos. ‘Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis convidadlos a la boda’. Pero también ahora era necesario algo más que venir. Era necesario el traje de fiesta.
El Reino de los cielos es para todos. Pero tiene sus exigencias. No se pueden dar largas ni poner disculpas. Cada día llega la Palabra de Dios a nuestra vida invitándonos, pero cuántas veces pensamos, es verdad, pero es que ahora, en estas circunstancias, ya lo haré en otro momento, y también ponemos disculpas, vamos dando largas a la respuesta que tendríamos que dar a esa invitación que nos hace el Señor. Pero ¿qué es lo primero y lo más importante? Tendríamos que recordar lo que nos dice Jesús en otro lugar del Evangelio_ ‘Buscad primero el Reino de Dios y su justicia que lo demás se os dará por añadidura…’ Pero queremos muchas primero lo demás al Reino de Dios.
El Reino de Dios tiene sus exigencias. Hay una nueva forma de vivir, una nueva manera de actuar, unas nuevas actitudes que tienen que envolver nuestra vida. No podemos seguir de la misma manera. Es cierto que Cristo derramó su Sangre por todos y a todos nos redimió. Pero tenemos que responder. El no nos obliga. Siempre está esperando nuestra respuesta. Podemos aceptar o podemos rechazar. Podemos dar largas o actuar prontamente en nuestra vida, Pero eso es decisión nuestra, si en verdad nosotros optamos por el Reino de Dios.
Es necesario ponernos el traje de fiesta para participar en ese banquete del Reino de los cielos. La salvación que Cristo nos ganó para todos nos llega por los sacramentos. Es el traje de fiesta que tenemos que vestirnos. Si no me bautizo, no soy cristiano, porque será en el Bautismo donde participo del misterio de la muerte y resurrección del Señor para poder ser hijo de Dios.
Si no me acerco al Sacramento de la Penitencia, confieso humildemente mis pecados y le pido perdón a Dios de todo corazón, no recibiré el perdón que Cristo nos da con su Sangre derramada. De muchas maneras le pido perdón al Señor, pero será en el Sacramento donde recibo su gracia y su perdón.
Así podríamos seguir pensando y analizando todos y cada uno de los sacramentos. No soy sacerdote, por ejemplo, solamente porque yo quiera serlo, si el Obispo no me impone las manos para recibir el don del Espíritu que me consagra como sacerdote.
Como no puedo llamarme en verdad cristiano solamente porque yo diga que creo en Dios si luego mi vida, mis actitudes, mi amor no es a la manera del amor de Cristo, si no amo con el amor de Cristo. Con un amor así es como testimoniaré en verdad que soy cristiano.
Igual no podemos acercarnos a la Eucaristía de cualquiera manera. Todos estamos invitados a participar de la Cena del Señor, pero sólo con un corazón limpio de pecado, en gracia de Dios, que habré obtenido en el Sacramento de la Penitencia, es como podré acercarme a la Mesa de la Eucaristía para comulgar a Cristo.
El Señor nos llama, nos reúne, nos invita a la mesa Reino de Dios, pero tenemos que responder. Tenemos que aceptar esa invitación y ponernos el traje de fiesta de las exigencias que significa vivir y pertenecer al Reino de Dios. Que con su fuerza y su gracia lo podamos alcanzar.

1 comentario:

  1. Estimado P. Carmelo
    Es primera vez que leo tus comentarios y quisiera felicitarte por tu aporte en la reflexión del Evangelio.
    Necesitamos reflexionar la palabra para pedir la gracia de caminar por la voluntad del Señor Jesús.
    En otra oportunidad haré algún comentario de la reflexión. Por ahora un saludo y mucho ánimo en este servicio que haces a muchos hermanos(as)a través de la Web.

    Que el Señor te dendiga
    P. Sergio C.

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