viernes, 12 de junio de 2009

Envueltos en el misterio pascual de Cristo

2Cor. 4, 7-15
Sal. 115
Mt. 5, 27-32


La vida del Apóstol, y por supuesto la de todo cristiano, está envuelta toda ella por el misterio pascual de Cristo. Está presente en todo cristiano desde su bautismo, pero si cabe más aún, en el apóstol y en el pastor del pueblo de Dios.
El texto de la segunda carta a los Corintios que hoy hemos escuchado hace referencia explícita a la vida del apóstol y de todo pastor. San Pablo lo está expresando desde la propia experiencia de su vida y así lo manifiesta a los cristianos de Corinto. ‘Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro…’, nos dice. Este tesoro de la Palabra de salvación que tenemos que anunciar, este tesoro de la gracia divina que hacemos llegar a todos a través de los sacramentos, este tesoro inmenso de la vida de Dios que está en nosotros pero a la que tenemos que llevar a todos, está envuelto por nuestro ministerio en vasija de barro que somos nosotros. Pero como nos dice el apóstol ‘para que se vea que una fuerza extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros’.
Nuestra humana condición tan llena de limitaciones y debilidades, tan sometida a las tentaciones y tantas veces envuelta por el pecado sin embargo es el medio que Dios ha querido para hacer llegar la gracia divina a los demás. No son nuestras cualidades ni nuestras habilidades, no son nuestras técnicas o dinámicas ni nuestras sabidurías humanas, sino que es la gracia de Dios la que nos salva y nos llena de vida.
Nos dice el apóstol que ‘nos aprietan… estamos apurados… o somos acosados… nos derriban… pero no nos aplastan... no nos desesperamos… no nos sentimos abandonados… no nos rematan, aunque nos estén continuamente entregando a la muerte…’ Bien sabemos cómo los pastores, al igual que la Iglesia, estamos siempre en el punto de mira de todos, nos miran con lupa lo que hacemos o lo que dejamos de hacer, por las debilidades de unos atacan a todos, buscan la manera de desprestigiarnos o de desprestigiar a la Iglesia… ¡Cuántas campañas de acoso y cómo se aprovecha cualquier ocasión o cualquier fallo real o imaginario…!
Llevamos en nosotros la marca de la pasión y la cruz de Cristo que nos llena de sufrimiento en muchas ocasiones, pero no nos puede faltar la esperanza, porque sabemos siempre que detrás de la cruz y la muerte está la resurrección. ‘Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros’. Es el misterio pascual de Cristo presente en nuestra vida. Sabemos que ‘quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará…’
Como decíamos este texto hace referencia de manera especial al apóstol y a los pastores de la Iglesia. Pero nos puede valer a todos los cristianos. Para que comprendamos bien lo que es la vida del apóstol, del sacerdote, del pastor del pueblo de Dios con sus limitaciones, pero también con sus sufrimientos y soledades, pero a los que nunca puede faltar la alegría de la esperanza. Esperanza que tienen que animar con su oración y apoyo todos los cristianos.
Pero nos puede valer también a todos y cada uno de los cristianos, envueltos también en el misterio pascual de Cristo, con nuestras limitaciones, nuestros fallos, nuestras luchas, nuestros sufrimientos, nuestros deseos de caminar, de superarnos, de avanzar en el camino de la fe y del amor. Nos sentiremos impotentes en muchas ocasiones cuando queremos renovar nuestra vida y una y otra vez aparecen las tentaciones, las debilidades y hasta el pecado. Pero no nos puede faltar la esperanza. Somos ‘vasijas de barro…’, pero ‘esa fuerza extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros’.
No nos faltará nunca la fuerza de la gracia, de la vida divina que está en nosotros, del Espíritu de Dios que anima y alienta nuestra vida.

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