miércoles, 3 de junio de 2009

En ti confío, no quede yo nunca defraudado

En ti confío, no quede yo nunca defraudado
Tobías, 3, 1-11.24-25
Sal.24
Mc. 12, 18-27

‘A ti, Señor, levanto mi alma’, hemos repetido en el salmo responsorial. Dos súplicas desde el dolor y llenas de esperanza suben a la presencia del Señor y, como se nos dice, son escuchadas. Todo el relato del libro de Tobías nos trae ese mensaje especial. Así lo hemos escuchado en los últimos versículos del texto hoy proclamado: ‘Por entonces llegaron las oraciones de los dos ala presencia gloria del Dios Altísimo y fue enviado el santo ángel Rafael a curarlos a los dos que habían elevado sus oraciones a Dios al mismo tiempo’.
Hermosa la súplica de Tobías. Hombre de generoso corazón dado siempre a hacer el bien a los demás, se ha quedado ciego y en la más extrema pobreza. Ayer escuchamos las circunstancias de su ceguera. Sufre él al verse ciego y sufre con los reproches que recibe hasta de su propia mujer. ‘Sí, tu esperanza se ha visto frustrada; ya ves de lo que te ha servido hacer limosnas’, le escuchábamos ayer enfadada.
‘Tu eres justo y justas son tus sentencias… actúas con misericordia, con lealtad y con justicia… acuérdate de mí… no tengas en cuentas mis culpas… Señor, haz de mí lo que quieras: hazme expirar en paz, que prefiero la muerte a la vida…’ Así oraba el anciano Tobit.
En el fondo de todo está una petición de paz, paz para su espíritu atormentado. Se siente débil y pecador pero se acoge a la misericordia del Señor. Recuerda la bondad, la lealtad y la misericordia del Señor y eso le hace confiar por encima de todo.
Hermosa oración. Cómo tendríamos que aprender a orar así, a poner toda nuestra confianza en el Señor que no nos abandona. ‘Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos, pues los que esperan en ti no quedan defraudados…’
La otra súplica dolorosa pero llena también de confianza es la de Sara, hija de Ragüel. Se siente desairada y burlada incluso por su sirvienta desde su situación en que se le han muerto sus siete maridos uno tras otro. - ¿Nos recuerda esto la ley del levítico a la que se hace mención en el Evangelio en la pregunta que le hacen a Jesús? Ya hemos comentado en otras ocasiones ese texto -. Llora y suplica Sara al Señor verse liberada de tal ignominia y, como se nos dice, la oración de Sara también fue escuchada por el Señor.
Se nos habla aquí del ángel Rafael que fue enviado por Dios a la tierra par conducir al joven Tobías al encuentro de la que va a ser su esposa, como seguiremos escuchando en los próximos días, y a encontrar remedio también para la salud de su padre Tobit. Ya sabemos cómo el arcángel Rafael es sinónimo de ‘medicina de Dios’, porque de algún modo podemos decir que esa fue la misión que le trajo a la tierra.
Una invitación a la confianza en nuestra oración. Oremos que Dios siempre nos escucha. Por muy dolorosa que sea nuestra situación, Dios atiende nuestras súplicas y con la respuesta y la presencia del Señor seremos siempre nosotros los beneficiarios de la gracia divina.
‘Dios mío, en ti confío; no quede yo nunca defraudado…’ El Señor no nos defrauda nunca. Siempre nos llenará de su gracia.

1 comentario:

  1. Gracias Padre Carmelo por sembrar semillas de La LUZ DE CRISTO EN LA RED.
    Padre te pido un favor cuando estes junto a Jesus Sacramentado dile de mi parte que lo amo con todo mi corazon.

    un abrazo
    adri

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