lunes, 27 de abril de 2009

Que creáis en el que el Padre ha enviado

Hechos, 6, 8-15
Sal. 118
Jn. 6, 22-29


El texto del evangelio que hoy se nos ofrece nos trae un hermoso resumen en sus primeros versículos de lo que ha sido la actividad del dia anterior de Jesús. En el descampado había multiplicado milagrosamente los panes para dar de comer a mas de cinco mil hombres y la travesía de los discípulos en barca hasta Cafarnaún manifestándoseles Jesús caminando sobre las aguas. Por eso nos dice que 'al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago, notó que allí no había más que una barca y Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos... fueron a Cafarnaún en busca de Jesús...'
Es muy significativo el diálogo que se establece entre aquellas gentes y Jesús que dará lugar al llamado discurso del Pan de Vida, que iremos escuchando los próximos días. La primera pregunta de la gente a Jesús y su respuesta nos tiene que hacer pensar mucho, porque quizá puede ser un cuestionamiento que nos tengamos que hacer en nuestro interior, de por qué buscamos también nosotros a Jesús.
'Os lo aseguro, me guscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comísteis pan hasta saciaros...' Da que pensar. ¿Por qué buscaban a Jesus? ¿Por qué buscamos nosotros a Jesús? Es un detalle a tener en cuenta. Normalmente en el evangelio de Juan cuando se nos relatan milagros de Jesús, la expresión que se emplea es 'signos'.
El milagro es esa acción portentosa y extraordinaria que Dios realiza, saltándose, podríamos decir, lo que son las leyes naturales para realizar algo distinto, como pueda ser la curación de un enfermo, el resucitar un muerto o la solución de un problema que humanamente podría parecernos imposible. Dios puede realizarlo y lo realiza. Así se manifiesta el poder de Dios y su amor al hombre, al que quiera darle la salud o hacerse presente en su vida para la solución de esos problemas humanos y hasta físicos que podamos tener. Pero con ello Dios quiere hacer algo más por nosotros. Por eso se emplea la palabra signo; esa acción portentosa de Dios es un signo, una señal que nos pone en el camino de nuestra vida.
Cuando vamos por un camino y vemos una señal que nos indica una dirección, no nos quedamos simplemente parados contemplando la señal, sino que seguiremos su imdicación para bien llegar a la meta. Así las huellas que Dios nos va dejando de su amor en nuestra vida, esos signos, esas señales a través quizá en un momento determinado para que lleguemos hasta El.
'Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, el que os dará el Hijo del Hombre...' ¿Qué tenemos que buscar? ¿Solamente que el Señor nos calme aquel dolor o nos cure de aquella enfermedad o tengamos la solución de aquel problema que nos preocupa? También tenemos que pedírselo - ¿cómo no? - al Señor, pero no nos quedamos en ello. El Señor quiere darnos algo más en su salvación. Es el Señor que quiere transformar nuestra vida, llenar nuestro corazón de fe y de amor, hacer que podamos ser felices pero haciendo felices a los demás.
Los judíos de la Sinagoga de Cafarnaún algo entendiero lo que Jesús les estaba diciendo, porque preguntan: '¿Cómo podemos ocuparnos de los trabajos que Dios quiere?' Y ahí esta la respuesta de Jesús: 'Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que El ha eviado'. Creer en Jesús, que es el enviado del Padre, que es el Hijo amado de Dios al que hemos de escuchar, que es el Camino, la Verdad y la Vida, que es al que hemos de seguir, que es nuestro amor y nuestra salvación, el sentido de nuestro vivir y el alimento de nuestra vida.

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