jueves, 16 de abril de 2009

Les abrió el entendimiento para entender las Escrituras

Hechos, 3, 11-26
Sal. 8
Lc. 24, 35-48


Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto’.
Una vez más vemos al mismo Jesús explicarlo. Lo había anunciado y no lo habían entendido. Se los explicaba a los discípulos que marchaban a Emaús. ‘Le explicó todo lo que se refería a El en toda la Escritura’. Y ahora nos dice el evangelista que ‘les abría el entendimiento para comprender las Escrituras’.
Lo que hemos escuchado hoy es lo que nos narra Lucas como sucedido cronológicamente a continuación del regreso de los discípulo de Emaús. ‘Estaban hablando de estas cosas… contaban lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan… cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros’. Miedo, sorpresa, atónitos no se lo creen, llenos de alegría… ¿será un sueño? Era una realidad, Jesús estaba en medio de ellos. Era El, no un fantasma, ahí están sus manos y sus pies con las señales de los clavos, pide comida, le ofrecen un trozo de pez asado, comió delante de ellos…
‘Vosotros sois testigos de esto’. Escuchamos en los Hechos de los Apóstoles a Pedro dando testimonio. Un paralítico les ha tendido la mano pidiendo limosna a la entrada del templo por la puerta Hermosa. ‘No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo…’ ¿Qué le va a ofrecer Pedro si no tiene para dar una limosna? Su fe en Jesús resucitado. ‘En nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar’. En nombre de Jesús, el Nazareno como todos lo conocen, pero Jesús que es el Cristo, el Ungido de Dios, el Mesías. Un día Pedro había dicho: ‘En tu nombre echaré las redes…’ y la redada de peces fue muy grande. Ahora en nombre de Jesús levanta a aquel paralítico. ‘Echa a andar… levántate y anda’, como había dicho Jesús en tantas ocasiones.
Y Pedro da testimonio ante todos anunciando a Jesús. ‘Matásteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos. Como éste que ven aquí y que conocéis – todos conocían al paralítico curado porque lo veían todos los días pidiendo limosna a la entrada del templo -, ha creído en su nombre y su nombre le ha dado vigor; su fe le ha restituido completamente la salud, a vista de todos vosotros’.
Es Jesús quien nos salva. Necesitamos tener fe en El. A El acudimos desde nuestra vida y con nuestra vida. A El acudimos con nuestra necesidad y nuestro mal. A El acudimos con nuestro pecado y ansiosos de gracia y de perdón. Acudimos a El para que nos abra el corazón para comprender las Escrituras.
Contemplamos a Cristo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte. Que El nos levante de la muerte de nuestro pecado. Que no nos ahogue la tiniebla de la tentación y del pecado que nos acecha. Que no nos enturbien la mente nuestras dudas y complejos. Que sintamos esa mano que nos levanta y nos llena de vida. Que nos iluminemos con su luz. Que se nos abra el corazón y entendamos las Escrituras. Que nos llenemos de su paz y de su alegría.

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