jueves, 2 de octubre de 2008

Voy a enviarte un ángel por delante que te cuide en el camino

Ex. 23, 20-23
Sal. 90
Mt. 18, 1-5.10

‘Bendecid al Señor, ángeles del Señor; cantadle y ensalzadle eternamente’, así hemos comenzado hoy nuestra celebración en esta fiesta de los santos Ángeles Custodios.
Cuando pensamos en los ángeles la imagen primera que viene a nuestra mente es la que nos refleja la Biblia en diversos textos de la gloria del cielo. Así lo expresamos incluso en la celebración cuando al inicio de la plegaria eucarística nos unimos ‘a los ángeles y arcángeles que cantan sin cesar el himno de tu gloria’. Así podríamos recordar por ejemplo un texto bellísimo del Apocalipsis: ‘Oí después, en la visión, la voz de innumerables ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos; eran cientos y cientos, miles y miles, que decían con voz potente: Digno es el Cordero degollado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, el honor, la gloria y la alabanza’.
Pero hoy en nuestra celebración litúrgica hacemos memoria especial de los Ángeles Custodios. Como decimos en la oración litúrgica de esta fiesta, ‘en tu providencia amorosa te has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos ángeles...’ Ahí lo estamos expresando. Los ángeles que Dios ha puesto a nuestro lado en el camino de la vida, que nos custodian, nos protegen, nos ayudan, nos traen las inspiraciones de lo alto del camino bueno que hemos de hacer, de lo malo de lo que tenemos que apartarnos. Por eso pedíamos ‘vernos siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía... que su continua protección nos libre de los peligros presentes y nos lleve a la vida eterna’.
De ello nos ha hablado la Palabra de Dios proclamada, aunque podrían ser también otros los textos que leyéramos.
En el libro del Éxodo, haciendo referencia a la protección del Señor a su pueblo mientras peregrina por el desierto camino de la tierra prometida, se dice: ‘Así dice el Señor: voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado... mi ángel irá por delante y te llevará...’
En ese sentido es hermoso también el salmo 90 que hemos recitado. ‘Ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden en tus caminos... te librará de la red del cazador... te cubrirá con sus plumas... bajo sus alas te refugiarás... no temerás el espanto nocturno...’ De día y de noche el ángel del Señor está a nuestro lado. Las imágenes son bellas para expresar esa protección, esa ayuda, ese refugio que significa su presencia junto a nosotros.
Abramos los ojos de la fe para descubrir esa presencia del ángel del Señor a nuestro lado. Cuántas veces nos sentimos en peligro, pero nos vemos libres de él. cuántas veces sentimos en nuestro interior ese impulso a lo bueno, o ese algo que nos impide realizar lo malo. Veamos la presencia del ángel del Señor en nuestra vida; escuchemos esa inspiración que es gracia del Señor que nos protege.
Recuerdo, como una imagen gravada en mi retina, aquel cuadro que mi madre tenía en la cabecera de la cama – muchos iguales he visto en muchos lugares en mis visitas a las familias y a los enfermos – que representaba a un ángel que agarrándolo de la mano ayuda a un niño que tenía el peligro de caer por el abismo de un barranco o algo así. Escuchemos allá en nuestro interior la voz del ángel de la guarda que nos quiere prevenir contra lo malo. Ese ángel que está siempre viendo el rostro de Dios, ‘el rostro de mi Padre celestial’ como nos decía Jesús en el evangelio.
En la oración final pediremos al Señor que ‘a los que has alimentado con estos sacramentos que llevan a la vida eterna, dirígelos bajo la tutela de tus ángeles por los caminos de la salvación y de la paz’. Que con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales podamos cantar eternamente la alabanza del Señor en el cielo.

1 comentario:

  1. Quisiera que Jesús nuestro señor nos ayude a conectarnos con más gente

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